En este 2022 se han cumplido 30 años desde que Microhobby desapareciera del mercado de revistas en España. Todos nos quedamos un poco huérfanos en ese momento, ya que era la revista que hablaba en profundidad sobre nuestro ordenador.
En Hobby Press ya estaban pensando en otras cosas, como por ejemplo
las consolas, que ya estaban afianzándose entre el público más joven. Se había
puesto en marcha el relevo generacional y eran imparables tanto otros modos de
jugar como otras máquinas más modernas. El Spectrum tenía los días contados y
no daba más de sí.
Pero para nosotros, simples
usuarios, había todavía mucha vida por delante en el Spectrum. No hacía mucho
que habían aparecido videojuegos que exprimían nuestro ordenador. Ejemplos como
‘Shadow of the Beast’, ‘Saint Dragon’, ‘Extreme’ o ‘Myth’, por citar algunos,
estaban rayando los límites de la máquina de Sinclair y aún plantaban cara
dignamente a producciones de otros sistemas.
Incluso con esos grandes exponentes, las grandes desarrolladoras y distribuidoras, daban por perdido el mercado del Spectrum. Su vida útil había llegado al final del trayecto, era una máquina obsoleta, había tenido sus años de gloria y debía dejar paso a lo nuevo que estaba llegando. Y la modernidad se trataba de MegaDrive y Super Nintendo, consolas que cambiaron el paisaje de los videojuegos por completo.
Sin embargo, otros que estaban
luchando por su parte del pastel eran los PC compatibles, que ya tenían una
interesante porción, aunque menor, estaban dispuestos a convertirse en el
verdadero relevo de los microordenadores de 8 bits. Se trataba de la incipiente
era de los 16 bits, que ya venía pisando fuerte.
Pero no nos desviemos y tratemos
de ahondar sobre lo que hemos venido a hablar, que no es otra cosa que la revista Michohobby y el final de su
reinado. Hace gracia, porque era una muerte anunciada desde hacía un
tiempo. Ya en mayo de 1991, concretamente en un análisis del videojuego ‘Night
Shift’, se atisbaba que el Spectrum estaba en horas bajas y se reñía a los
agoreros sobre la supuesta muerte del ordenador que tanto amábamos.
La producción en el 91 había sido
enorme, y abundaban los videojuegos basados en máquinas recreativas o en
títulos de ordenadores de 16 bits. Todo
apuntaba a que habría vigencia por varios años más, pero lo cierto era que la
mecha se estaba apagando.
Nº 210, mayo de 1991. Aquí ya se atisbaba lo que podría estar pasando con el Spectrum y los 8 bits en general. |
Lo que quiero contar, sin embargo, es mi propia experiencia en esa época. En aquel enero de 1992 yo contaba todavía con 14 años, había comenzado a estudiar hacía pocos meses en el instituto y ya se me notaba un incipiente bigotillo que no dejaba de demostrar que aún me faltaba mucho para la mayoría de edad.
Por aquellos tiempos, la revista que también compraba era
Micromanía, publicación que incluso comencé a agenciarme antes que Microhobby,
aunque era esta última la que conocí antes que ninguna, pues se trataba de la
que se surtían mis primos nada más comprarse su Spectrum, y yo la ojeaba en
cuanto tenía ocasión.
Teníamos el mismo modelo de
ordenador, un esplendoroso Spectrum 128
k +2A, que lucía radiante en la mesa de mi cuarto junto a un televisor a
color Elbe de 14 pulgadas. El desembolso que realizaron mis padres no fue
pequeño, ya que un gasto de ese tipo en el año 1989, cuando realizaron su
compra, no era para nada baladí.
No era muy habitual que los
chavales tuvieran su ordenador y televisor en su cuarto, ya que en algunas
casas solo se disponía de una tele para todos, y normalmente solía encontrarse
en el salón. La gran suerte, en mi caso, es que la minicadena Amstrad y mi
ordenador se encontraban ambos en mi habitación, por lo que tenía cubierto gran
parte del espectro de ocio.
Y volviendo a la Microhobby, la
fecha exacta en la que comencé a comprarla por mi cuenta fue a partir del
número 207, el perteneciente a febrero de 1991. Antes no disponía todos los
meses de la cantidad de dinero para gastar, por lo que, como he comentado
anteriormente, tenía que recurrir a Micromanía, que me informaba muy bien de
los próximos lanzamientos y costaba 225 pesetas, en contraposición a las 395 de
la Microhobby.
Micromanía nº 47, abril 1992. Ya casi no aparecían contenidos sobre Spectrum, solamente alguna referencia, como la que tenemos aquí sobre 'Robocop 3'. |
Los precios, sin embargo, habían estado fluctuando en ambas revistas y pasamos de pagar precios más asequibles a otros algo más elevados, haciendo que la economía de un chaval sin recursos económicos por aquel entonces se viera bastante mermada.
¡Menuda alegría me llevaba cuando llegaba a la papelería de mi barrio y
la veía resplandeciente en su expositor! El placer de llegar al escaparate de
la tienda en cuestión no tenía parangón con ninguna otra cosa en ese momento.
El ritual de llegar y decirle al dependiente que me diera la revista y me la acercase
a las manos suponía el culmen de la angustiosa espera durante un mes completo.
Explorar la portada y mirar
cuáles eran las demos y videojuegos completos era lo que se hacía
inmediatamente después, ya que el interés era máximo por cargar nuevos juegos
en el casete del Spectrum. Pero una vez que llegaba a casa, con la revista en
ristre, era cuando se producía la verdadera magia de verdad. Quitar el plástico
que la recubría y oler las primeras páginas solo era comparable con tocar el
cielo con los dedos.
Si me retrotraigo incluso unos
años atrás, cuando todavía no podía comprar la revista por no tener suficiente
capacidad económica, puedo recordar la primera de ellas que tuve entre mis
manos, en la que escudriñé hasta la última palabra de sus páginas. Ese número
se trataba del 189, el perteneciente al mes de junio, aunque en su página de
sumario aparezca marcada como mes de mayo.
En este número aparecía en
portada el videojuego ‘Ulises’ de Opera Soft, programa que aunque no se llevó
los laureles de los usuarios, sí tuvo sus seguidores y marcó una manera de
crear los títulos de la compañía madrileña, ya por entonces todo un referente
dentro del software español.
Y bueno, no me quiero parar en
cada una de las revistas que hicieron mella en mi aún infantil cerebro porque
si no abarcaríamos demasiados momentos. Pero sí quisiera hacer memoria y tener
en cuenta que, aunque no había disfrutado hasta 1989 de la revista, unos pocos
años después, y gracias a otra papelería de mi barrio (creo que se llamaba “Carrero”),
pude recuperar números atrasados de
Microhobby. Esta se trataba de un pequeño cubil, con aspecto bastante
antiguo, otorgado por unos mostradores con apariencia de los años 60. Un amigo
me sopló que allí vendían números de años anteriores de la revista y, ni corto
ni perezoso, después de las clases de Karate me pasaba por allí para ver qué
tenían.
Edificio donde se encontraba la librería-papelería donde compré los números de Microhobby atrasados entre los años 1994 y 1995. |
El señor de la papelería me mostraba su colección y yo alucinaba con lo que veía. Eran números realmente bien conservados que se habían quedado ahí, viendo pasar el tiempo, imperturbables en las baldas del almacén. Recuerdo que me ponía a rebuscar entre ellos y siempre me llevaba tres o cuatro ejemplares cada vez que visitaba el establecimiento. Mi colección de Microhobby comenzó a crecer y, de esa manera, tuve conocimiento de todavía más títulos de videojuegos.
Por aquellos años -debía de ser
por el 94 o el 95- ya estaba muy metido en plena época del PC, pero el Spectrum
no dejaba de ser mi debilidad, por lo que siempre eran bienvenidos todos los
aportes, vinieran de donde vinieran. Y esta ocasión fue la mejor; disponer de
números antiguos de mi revista favorita acaparaba toda mi atención y no me
cansaba de disfrutar de ella.
Y bueno, vuelvo a divagar…
Hablemos de lo que nos ha traído verdaderamente hasta aquí; centrémonos en el
último número de Microhobby. La mañana que compré la revista, probablemente el
4 de enero de 1992, ya que estaba libre y no tenía clase ese día, los acontecimientos
dieron un vuelco repentino. La que hasta ese día había sido la revista
referencia del Spectrum dejaba lucir en su editorial un enorme “Hasta Pronto”
que me dejó con las pupilas completamente dilatadas.
¿La revista Microhobby
desaparecía? ¿Era definitivo el adiós de la que era la Biblia del Spectrum?
¿Qué habíamos hecho mal los usuarios? ¿Habría alguna solución para que esto no
sucediera? Todas las incógnitas se iban desvaneciendo según iba leyendo cada
una de las líneas del editorial. No salía de mi asombro. ¿Y ahora qué íbamos a hacer los jugadores de Spectrum sin la que era la
guía absoluta de nuestro humilde ordenador? La desolación iba cada vez a
mayores según iban pasando los días.
El único consuelo que tuve en esos momentos de desasosiego fueron las
páginas de Micromanía, uno de los últimos bastiones de los 8 bits. Pero
esta también fue abandonando en los meses siguientes las noticias, análisis y
reportajes del Spectrum, y por consiguiente toda la caterva de microordenadores
como Amstrad, Commodore o MSX. Nos dejaron desvalidos, como corderillos sin su
madre, como una noche sin Luna.
Microhobby 217, sección Micropanorama, donde aparecen bastantes alusiones al final de la revista y cómo veían la situación sus redactores. |
Como homenaje a nuestra más
grande revista dedicada al Spectrum, la cual escribió con letras de oro la
historia de esta humilde máquina, quedan estas palabras de reconocimiento.
Gracias a ella, todos nosotros, sus lectores, rendimos tributo a la que fue
nuestra guía y referencia. Sus páginas nos facilitaron la información, los
conocimientos y la diversión que necesitábamos para llegar a valorar mejor al
Spectrum.
Desde aquí vaya también el más sincero de los agradecimientos a
todos los redactores, fotógrafos, diseñadores gráficos, especialistas en
marketing, coordinadores y directores que la vieron nacer y crecer. Sin
ellos no podría haber salido adelante jamás. Sois ya leyendas en el Olimpo del
periodismo informático. Con vosotros aprendimos los que llegamos detrás.
¡Larga vida al legado de Microhobby, espectrumeros!
Autor: Sebastián Tito Rodríguez
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